David Veiga, cuando ser apicultor viene de familia

David, xunto ao seu pai, Uxío, na sala de extracción en Santa María de Vilar, en Sarria

David, junto a su padre, Uxío, en la sala de extracción en Santa María de Vilar, en Sarria

Cuando una colmena está fuerte, lo natural es que salga un enjambre. Algo parecido le ha pasado a Uxío Veiga. Para David, su hijo, las abejas son lo que las vacas para otros jóvenes del rural gallego: se crió entre ellas y desde pequeño tomó contacto con el oficio ayudando en casa. Después se formó y hoy ya vuela solo, con una explotación que está creciendo y que busca garantizar la rentabilidad pero manteniendo el sistema tradicional de producir miel en Galicia en las últimas décadas.

David representa ese relevo generacional que está tomando las riendas del sector apícola gallego. Sus padres, Uxío y María, comenzaron con dos colmenas antes de que él naciese y mantienen hoy una explotación profesional con 10 apiarios repartidos por los ayuntamientos de Sarria, Láncara, O Incio, Bóveda, A Pobra do Brollón y Samos. David, el más pequeño de tres hermanos, ha seguido sus pasos. Cuenta hoy ya con 400 colmenas propias pero quiere llegar al doble “para que deje un sueldo digno cuando viene un año malo”.

Sus padres, Uxío y María, comenzaron con dos colmenas antes de que él naciese y mantienen hoy una explotación profesional con 10 apiarios repartidos por los ayuntamientos de Sarria, Láncara, O Incio, Bóveda, A Pobra do Brollón y Samos

La base de operaciones tanto de David como de sus padres se encuentra en el lugar de Crecente, en la parroquia de Santa María de Vilar, en Sarria. Allí está la casa familiar y la sala de extracción y envasado de la miel. Allí se hace el trabajo “como toda la vida: se pela con el cuchillo, los panales van para la centrifugadora y la miel que sale reposa en el madurador antes de ser envasado”, explican. “Desde que recupere un poco la inversión inicial que tuve que hacer para montar los colmenares quiero comprar algo de maquinaria para agilizar el proceso de extracción pero sin perder la esencia del producto final”, dice David.

DAVID VEIGA (Sarria) mel AGA IXP Mel de Galicia

“Como el manejo que hago es el de toda la vida, el sabor también lo es. Esta miel sabe a la que siempre se cogió en las casas”, asegura. David pretende seguir aumentando su número de colmenas hasta alcanzar una cantidad que le asegure una rentabilidad mínima. “Mi idea es llegar a 700 o 800 para dar atendido sin tener que meter gente”, justifica.

“Mi idea es llegar a 700 o 800 para que deje un sueldo digno si viene un año malo y ser capaz de atender sin tener que meter gente”

Piensa que “el sector tiene capacidad para seguir creciendo en Galicia” y defiende que “cuantos más seamos mejor”. Cuando tomó la decisión de dejar el trabajo para dedicarse profesionalmente a la apicultura, hizo cursos de formación de iniciación en el CFEA de Monforte, de perfeccionamiento en la Escuela Galega de Apicultura de Allariz y de fecundación instrumental de reinas en Madrid. “Trato de hacer algún curso todos los años, porque siempre conoces gente y sacas amigos de ahí”, destaca.

Descenso de la producción

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Uno de los colmenares con los frontales para recoger el polen a la entrada de las piqueras

El manejo de las colmenas que hace este joven es el mismo que ya hacían sus padres, pero hay una diferencia evidente de cuando comenzaron Uxío y María a hoy. “Los años buenos que había antes, cuando se sacaban 30 o 35 kilos por colmena, no vuelven”, dice Uxío. “Ahora lo normal está entre 10 y 12 kilos, un año muy bueno puedes llegar a 20 como mucho”, compara David. Hay también menos estabilidad y la producción se ha vuelto mucho más variable. “Este último año he sacado la mitad, sobre 4.000 kilos, cuando en un año normal habría que sacar el doble”, explica.

“Los años buenos que había antes, cuando se sacaban 30 o 35 kilos por colmena, no vuelven”

Entre los factores a los que achaca el descenso en la producción están el cambio climático, la varroa o la avispa asiática. En la zona que él trabaja (9 colmenares repartidos por la comarca de Sarria), “el cambio climático y la varroa casi son más problema que la velutina”, dice. “Aquí aún no tenemos la infección que hay en la costa y el año pasado, por ejemplo, no afectó mucho porque vino mal tiempo al principio para las abejas y también para las velutinas”, remarca.

Lucha contra la velutina y la varroa

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El trabajo también se ha multiplicado con respecto a cuando empezaron sus padres. “La apicultura ha cambiado mucho, yo me acuerdo de pequeño que era poner las alzas y las tiras para la varroa y listo. Hoy hay trabajo todo el año, entre limpiar y desbrozar los colmenares, poner cera, tratamientos, renovar las trampas para la velutina, etc. Mínimo hay que ir cada 15 días al colmenar, no es solo ir a sacar la miel”, evidencia.

“La apicultura ha cambiado mucho, hoy hay trabajo todo el año, mínimo hay que ir cada 15 días al colmenar, no es solo ir a sacar la miel”

Lo que David y Uxío hacen para minimizar los ataques de la avispa asiática a las colmenas es colocar trampas para la captura de reinas. “Trampeamos a partir de la primera revisión, desde mediados de febrero hasta mayo o junio y colocamos piquera antivelutina al final del verano, para que no entren dentro en agosto y septiembre”, explican.

Para la varroa tratan con Apivar, siguiendo las recomendaciones de Gonzalo Calvo, el veterinario de la Asociación Galega de Apicultura, de la que forman parte. “Seguiremos con este tratamiento mientras no cree resistencia. No estamos en ecológico porque da más trabajo, porque hay que comprobar que el tratamiento fue efectivo y en muchos casos volver a tratar”, argumenta David.

Las carencias en la comercialización

DAVID VEIGA (Sarria) mel AGA2

Al cuidado de las abejas hay que sumar también la labor de comercialización de la miel. David vende su producto a nivel local y en tiendas de alimentación, fruterías, panaderías y carnicerías de la comarca de Sarria, de la ciudad de Lugo y de Monforte. Por ahora etiqueta con la marca conjunta que la Asociación Galega de Apicultura ofrece a sus asociados, aunque está valorando crear a mayores su propia marca para diferenciarse en el mercado con determinados productos.

“Yo prefiero trabajar con las abejas, aunque te obliguen a madrugar y te pique alguna de vez en cuando”

Por ahora no lo ha hecho porque “si eres productor, ponerte a comercializar es otro trabajo a mayores, muy distinto además”, reconoce. “Yo prefiero trabajar con las abejas, aunque te obliguen a madrugar y te pique alguna de vez en cuando, pero habrá que ponerse e ir aprendiendo poco a poco, porque esa es la gran carencia que tenemos los apicultores”, considera. “Tenemos un producto muy bueno y tenemos que saber cómo venderlo, tenemos que mejorar en eso”, asegura.

Diversificar para reducir los riesgos

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Polen, que recogen cada dos días y someten a un proceso de esterilización y secado

Una de las estrategias que este joven está siguiendo para valorizar su producto es diversificar. “Tratamos de producir miel, polen y núcleos, porque de este modo si viene un mal año de miel podemos compensar con el resto. Yo ahora en este momento vendo pocos enjambres porque estoy creciendo, pero mis padres venden unos 100 núcleos al año para ahorrar trabajo y no tener que andar con tanto peso a la hora de sacar la miel”, cuenta David. Entre los caracteres que seleccionan a la hora de hacer los nuevos enjambres están los de la producción y limpieza, algo que considera importante para combatir enfermedades como la varroa o el locke americano.

“Tratamos de producir miel, polen y núcleos para poder compensar si viene un mal año de miel”

Otro de los productos apícolas por el que están apostando es por el polen. “Aquí prácticamente no se conoce pero cada vez es más demandado”, asegura. Se trata de un producto laborioso y que requiere de cierta inversión. “Da trabajo, porque hay que ir al colmenar a sacarlo cada dos días y en nuestro caso son rutas largas en las que hacemos más de 100 kilómetros, y también gasto, porque tienes que tener un secadero y gastas en luz”, cuenta David.

Cría de raíñas para facer núcleos

Cría de reinas para hacer núcleos que sirven para reponer bajas y para vender a otros apicultores

Producen entre 1.000 y 1.500 kilos por temporada, que comercializan deshidratado. Se trata de un polen con bastante variedad floral, que se aprecia en su diversidad cromática: el de silva es verdoso, el de castaño amarillo, el de uz marrón claro y el de vigorera violeta.

“El polen da trabajo y gasto, pero es un producto cada vez más demandado”

Para cosecharlo instalan unas trampas en las piqueras para que las abejas al llegar cargadas con el polen en sus patas lo vayan dejando antes de almacenarlo en las celdillas de cera. Eso requiere estar muy pendiente. El proceso posterior también es más complicado que el de la miel. “Recogemos cada dos días el polen en el colmenar, luego hacemos una limpieza y va al congelador un mínimo de 3 o 4 días para que si viene alguna larva muera y después pasa al deshidratador para que se conserve. Antes de envasarlo aún le hacemos otra limpieza a mayores”, explica David.

“Cada vez la gente tiene más información del producto y sabe que si cristaliza es porque es natural. Hace años te decían que era porque le echabas azúcar a la miel”

La miel también es multifloral, aunque la de la última cosecha resultó con un 74% de castaño en la analítica polínica realizada, por lo que entraría dentro de los parámetros para ser considerada monofloral. “Extraemos en dos veces por comodidad nuestra, pero hasta ahora no nos dedicamos a sacar monoflorales”, indica. Su miel lleva castaño, silva, brezo y algo de mielato en uno de los colmenares. “Por aquí lo que no hay es eucalipto”, dice.

“Tenemos un producto muy bueno, el sector tiene capacidad para seguir creciendo en Galicia”

Su padre, Uxío, que trata de contagiar ahora la afición por las abejas a su nieto Nico, valora que hoy el consumidor esté más informado y demande calidad. “Cada vez la gente tiene más información del producto. Mucha gente sabe, por ejemplo, que la cristalización de la miel es una garantía de que se trata de un producto natural, pero hace años te decían que era que le echabas azúcar”, recuerda.